La llegada de las barras bravas en la década de
los 90 marcó un punto de inflexión en el fútbol argentino. Ya no es novedad
escuchar en la radio o ver en televisión las batallas campales entre facciones
de la propia hinchada o la lluvia de tiroteos con otras agrupaciones de
hinchas. El fútbol en la
Argentina ha dejado de ser un espectáculo de entretenimiento
y se ha convertido en un negocio manejado por las barras bravas con complicidad
de dirigentes.
A pocas cuadras
del estadio de Vélez, el hincha de San Lorenzo, Ramón Aramayo, murió de un paro
cardíaco producto de la fuerte golpiza que le dieron los policías antes de
empezar el partido entre Vélez y San Lorenzo y no recibió la atención médica inmediata. Uno se pregunta,
¿La Policía
de qué se encarga? ¿De proteger a los espectadores o de maltratarlos hasta
provocarles la muerte? Sin duda alguna, a Julio Humberto Grondona, presidente
reelecto de la Asociación
del Fútbol Argentino (AFA), parece no importarle las muertes en este deporte
que suman 155 muertes desde que asumió por primera vez la presidencia de dicha
entidad en 1979.
En junio pasado de 2011, el descenso de
River Plate no dejó víctimas luego de los incidentes pero si varios destrozos
millonarios a concesionarias y otros negocios. Aunque aquel 26 de junio no era
un clima festivo, un minoritario grupo de hinchas riverplatenses se
manifestaron violentamente contra los negocios aledaños al estadio y viviendas.
Desde
el 2008, luego del asesinato de Emmanuel Álvarez, los partidos entre Vélez y
San Lorenzo se han convertido en el karma de la policía. Cada vez que estos dos
equipos se enfrentan comenzó a implementarse operativos policiales superiores
al resto de los partidos.
El presidente de
Lanús, Nicolás Russo, comentó que el fútbol es un gran negocio pero el tema de
la agresión está institucionalizado en el país. “En este deporte repercute
muchísimo más la violencia. Durante la semana se generan hechos de crueldad en
otros deportes y no sale en ningún lado. Es decir que cuando pasa en el fútbol
tiene una repercusión mayor”, agregó. Las agresiones verbales y físicas se
desarrollan semanalmente en cada partido, pero en pocas ocasiones estos hechos
continúan afuera de la cancha. Russo afirmó que en el partido de Banfield –
Estudiantes de La Plata
no pasó absolutamente nada en el estadio. “El hincha que murió fue una hora
después de que terminó el partido”, relató.
En una
entrevista que le hizo Mauro Viale, el ex presidente de Vélez, Raúl Gámez,
criticó duramente a Julio Grondona por el fallecimiento de Emanuel Álvarez en
2008. Tanto políticos y
dirigentes de clubes sostienen que la solución para erradicar la violencia en
este magnífico deporte sería aumentar el derecho de admisión, que impide el
ingreso de la barra brava a los estadios.
Russo afirmó que
la AFA tomó todos
los recaudos para terminar con la violencia en las canchas. “La decisión política sería meterlos presos y que
no vuelvan a ingresar a las canchas. Habría que profundizar más la aplicación
del derecho de admisión en las canchas y evitar que por un grupo de violentos
se tengan que clausurar canchas o suspender partidos”, sostuvo.
A lo largo del siglo XX y parte del actual ya
murieron más de 250 personas. Aquel 23 de junio de 1968 murieron 71 personas
aplastadas y asfixiadas. Esperemos que este el fútbol deje de teñirse de sangre
para que este deporte vuelva a convertirse en un espectáculo familiar y no en
un problema social.
Por Ariel Goldfarb
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