Aquí está ese cúmulo de sensaciones contenidas que nacen en silencio desde el vientre y suben hasta concentrarse en el pecho, mezcla espesa de angustia, impotencia y ansiedad. Poco a poco las imágenes se convierten en sonidos, acumulando fuerza, acopiando decibeles para al fin romper con tus cuerdas vocales y exteriorizarse en un caudal vóraz, un alarido que escupe todas tus verdades en la cara de quienes no quieren oírlo. No lo escondas, ni lo intentes, porque será en vano. ¿Pensás quedarte quieto? Si es así, tus quejas carecen de sentido. Sin acción no hay respuestas, las cosas no pasan por sí solas. Hacete cargo. Derrumbá las barreras de la indiferencia de aquellos que no son capaces de hacerle frente a tus verdades. ¡Gritalo!, no te quedes callado.

domingo, 9 de septiembre de 2012

TRABAJO ESCLAVO: La máquina no para

 Por María Eugenia Stamm
   Seis años pasaron desde el trágico incendio que se produjo en un taller clandestino de Caballito, en el que fallecieron un hombre, una mujer y cuatro niños tras quedar atrapados en un pequeño espacio donde vivían familias enteras junto con cuarenta máquinas.  Un siniestro que puso al sector en el ojo de la tormenta y desnudó la precariedad de miles de trabajadores argentinos y extranjeros, bolivianos sobre todo, que sobreviven reducidos a servidumbre. En la actualidad, se calculan unos 500 mil trabajadores víctimas de la explotación laboral que se someten a la inacción del Estado, la falta de escrúpulos de los empresarios o a la incapacidad de las entidades sindicales.


    En los últimos meses, el tema del trabajo esclavo en los talleres clandestino fue protagonista en la agenda mediática tras darse a conocer una denuncia y un escrache realizado por La Alameda contra famosos diseñadores. Como se sabe, las estrellas de Argentina visten glamorosos vestidos que son fotografiados y publicados en cientos de revistas. Aquellas prendas exclusivas que se caracterizan por sus delicadas telas, que son admiradas por mujeres que no tienen la oportunidad de acceder a la compra, esconden a miles de personas que trabajan día y noche a contra reloj. La marginalidad, el abuso y la precariedad laboral serían los factores con los que conviven los verdaderos creadores del vestuario de miles de famosas argentinas.
    La fundación La Alameda junto con el diario Democracia, lograron  infiltrar a dos trabajadores para filmar cómo se trabajaba en un taller clandestino acusado de promover el trabajo esclavo. Allí se pudo comprobar que trabajaban seis costureros, la mayoría inmigrantes, para la confección de las prendas que comercializan diseñadores famosos como Jorge Ibañez, Laurencio Adot y Benito Fernández, quienes negaron la acusación y se desligaron del hecho.  Sin embargo, las pruebas obtenidas fueron presentadas ante el Juzgado Federal de Lomas de Zamora que tiene competencia sobre la jurisdicción del taller. Los vestidos que se realizaban llevan dos días de trabajo y tienen un costo de hasta 25 mil pesos, pero sólo cien pesos es lo que se le paga a cada costurero. De dicho taller salieron confecciones encargadas por la princesa Máxima Zorreguieta o Sarah Jessica Parker, protagonista de la serie Sex and the City.
    De acuerdo con un informe de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria, los talleres textiles clandestinos de nuestro país obtienen cada año unos cuatro mil millones de pesos en concepto de ventas y sólo en la provincia de Buenos Aires se alcanzan ventas por tres mil millones de pesos.
    El crecimiento de la economía es evidente y los esfuerzos por mejorar las condiciones laborales también, sin embargo todavía la deuda social más importante se sitúa en el campo laboral. Jornadas de hasta 20 horas, hacinamiento y amenazas forman parte de la vida de miles de trabajadores que conforman uno de los pilares de la explotación capitalista. El reemplazo del Estado de Bienestar por un Estado de tipo neoliberal no sólo ha producido el aumento de la flexibilización e informalidad laboral, sino que el fenómeno de la súper explotación de los trabajadores se incrementó en los últimos veinte años a nivel mundial.
    "La extrema vulnerabilidad de los trabajadores, la ausencia de condiciones mínimas de seguridad e higiene, niños encerrados en pequeñas habitaciones con el fin de no obstaculizar la producción y hasta la trata y tráfico de personas, conforman la actual situación de los talleres clandestinos", manifiesta Lucas Schaerer, periodista y militante de La Alameda, una organización comunitaria que denuncia varios flagelos sociales e impunes, en la mayoría de los casos, por la connivencia policial. Además, define a esta manera de trabajar como la nueva y moderna forma de esclavitud del siglo XXI. "Los domingos si uno camina por la zona de Parque Avellaneda, empieza a ver este submundo que esta de lunes a sábado completamente oculto. Sólo aparecen los domingos porque sacan a pasear a los esclavos de los talleres, el resto de la semana desaparecen como si nunca hubiesen existido", concluye.
    Un mercado negro que permite un látigo y cuantiosos ojos que miran hacia otro lado con tal de seguir haciendo negocios. Como expresa Marta Pizzo al final de su poema dedicado a las condiciones en las que trabajan miles de personas a lo largo y ancho de Argentina: "Talleres clandestinos, asesinos. Luchar por dar un corte todos juntos, no más trabajo esclavo.” 

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